20150618

Mes del orgullo gay



Cuando era pequeña en casa me enseñaron a divertirme con cosas muy básicas en el hogar además de con juguetes, por lo que yo tomaba cojines de casa y los arrullaba como bebés o tomaba la escoba y jugaba a las espadas con mi primo mayor. Mi mamá me compraba muñecas y carritos. Crecí viendo caricaturas como He-Man, Batman, los Thundercats y los Caballeros del Zodiaco, y decía que yo era He-Man, Batman, Leono o Ikki; nadie a esa edad me limitó por las cuestiones de género de los personajes que elegía hasta que fui mayor y frases como "No puedes ser Batman, porque eres niña" me desquiciaban. ¿Qué tenía que ver? No lo entendía, y si he de ser sincera aún no lo entiendo, pero ahora entiendo cómo funciona la sociedad y nuestros complejos y prejuicios heredados. Por eso escribo, para compartirles un poco de mi experiencia, para que me conozcan y que si de cierto modo se sienten identificados me lo hagan saber. Porque no creo estar 

  Cuando era chica y veía escenas de amor en la tele, sentía cosquillas en el vientre y como ganas de hacer pipí. Esa era mi explicación a esa edad. Pero no sólo me pasaba cuando veía a un hombre y a una mujer como pareja, me pasaba cuando los veía como individuos. No tardé en enamorarme de Lindsay Lohan en juego de gemelas, porque pensaba que era la niña más bonita que había visto en la vida, y también me enamoré perdidamente de Devon Sawa en pequeños gigantes. Con ocho años poco sabía yo de etiquetas, y de lo que para muchos de mis seres queridos significaría que yo les dijera que esa niña me gustaba.

 Años después, cuando me di cuenta que la atracción que sentía por algunas chicas no era el inocente "está bonita", y sin conocer a alguien que fuera abiertamente homosexual para poder preguntar, supuse que tendría que ser lesbiana, porque en ese universo desinformado en el que yo vivía, había no sólo que etiquetarse, sino llegar al extremo sin la posibilidad de intermedios.  Después noté que los chicos y lo que relacionarme con ellos me ofrecía seguían atrayéndome, quise acallar la otra vocecita que me decía que volteara a ver en la calle a alguna chica que me pareciera atractiva en pos de "ser normal". 

Mi mamá me había dicho que fuera lo que quisiera ser, siempre y cuando lo hiciera con integridad y yo no estaba obedeciendo. Así que con el afán de definirme para según yo encontrarme, me definí como bisexual con todo el miedo y las inseguridades que acarrean la toma de decisiones en cualquier persona, pero sobre todo con respecto a un tema que aunque debe ser personal, todo el mundo se siente con derecho a opinar.

 Me armé de valor y se lo confesé de un jalón a mi mamá a los quince años, no puedo decir que no la sorprendí y la dejé sin habla, respondió después de unos segundos con un 'Déjame asimilarlo y lo platicamos'. Después me preguntó que cómo lo sabía, que si había tenido algún tipo de relación de ese tipo ya y sobre todo, que cómo me sentía con respecto a ello. Ese momento en el que al asimilar algo tan enorme sobre mi persona, y que sabía que pondría al mundo en mi contra y que mi madre se convirtió en mi primera aliada, es algo que jamás voy a poder pagarle con nada.

 Tuve dos novias y varios novios, conocí a más personas homosexuales, hombres y mujeres, y conocí personas transgénero. Para mí fue algo difícil entender cómo pensaban, porque seamos honestos nunca somos buenos para ponernos en los zapatos de los demás, pero una vez que asimilé las historias de vida que me contaban, me sentía muy bien por ellos al haber encontrado lo que los hacía felices. Conocí travestis, que me contaban sus experiencias mientras se maquillaban y me enseñaban a mí a hacerlo. Aprendí muchísimo en esos años. Corrí a contarle a mi mamá y le expliqué lo que había aprendido, y de nuevo me sorprendió interesándose y preguntándome. Sin embargo también conocí gente muy cerrada, que culpaba a Dios por su temor a lo diferente. Gente que hacía que yo temiera compartir mis preferencias por miedo al rechazo, y aunque ni en la actualidad voy por la vida explicándole a la gente lo que me gusta, en ese entonces lo mantenía como secreto de estado.

Conforme fui creciendo y escuchando opiniones diversas pude al fin forjar la mía sin temores, teniendo en cuenta que eventualmente tendría que defender mi postura así lo deseara o no. Porque jamás he podido soportar que se hable de lo que no se sabe, nunca he podido tolerar que alguien emita juicios sin conocer y sobre todo jamás he aceptado que la gente catalogue a los demás con base en estereotipos generados a partir del odio y de la violencia. Decidí que no necesito tener una etiqueta. Decidí que sólo existiría lo que me gusta y lo que no. Decidí que no es menester que yo comparta mis gustos porque alguien desee saberlo. Decidí hacer las cosas únicamente para satisfacerme a mí misma.

Desapruebo totalmente que haya que luchar por los derechos homosexuales, debemos luchar por los derechos humanos. Debemos luchar por educar a la gente para que no nos vean diferentes. Debemos luchar para poder compartir legalmente la vida con la pareja que elijamos, para poder formar una familia si lo deseamos, para poder vestir lo que deseemos, para no ser objeto de violencia de ningún tipo y para que en caso de que esto suceda, se cumpla la justicia del mismo modo que debe cumplirse con cualquier ser humano. Debemos defendernos evitando descalificaciones entre nosotros, porque admitámoslo la comunidad LGBTTTI está llena de estereotipos al interior. Y sobre todo, debemos apelar a la razón y al respeto entre seres humanos, porque la ignorancia genera temor y odio, el temor y el odio generan violencia y la violencia genera más violencia.

Sintámonos orgullosos de quienes somos, sin importar si nos gusta el sabor XX o el XY, o si somos XX en XY o XY en XX. Celebremos los logros como parte de una sociedad que nos excluye por ignorancia y por costumbre religiosa. Celebremos que es solo el principio y preparémonos porque en nuestras manos está lograr mucho más.

Feliz mes del orgullo gay amigos, hoy y siempre amémonos con nuestros aciertos y errores, con nuestras decisiones y sus consecuencias, con nuestras virtudes y defectos, porque al final del día, somos nosotros los que viviremos felices o infelices con ellas. 


Con amor

Amalia
@btljusbtljus